Se trata de un arma del tipo "dispara y olvida" que realiza su recorrido hasta el blanco rozando la cresta de las olas, a unos 10 m de altitud. Cuando se aproxima al blanco, puede descender hasta los 3 m ó, por el contrario, elevarse rápidamente para evadir los sistemas antimisil y precipitarse sobre el objetivo desde arriba.
La primera versión fue el MM.38, lanzada desde buques de superficie, que entró en servicio con la Marina Francesa en 1975. La versión AM.39, de lanzamiento aéreo, se desplegó por primera vez en 1979.
Probado en combate:
Como ya se ha dicho, la primera versión del Exocet en entrar en combate fue la AM.39. La Primera Guerra del Golfo Pérsico de 1980-1989 dio el lugar: helicópteros Super Frelon iraquíes lanzaron varias unidades, reportándose el hundimiento de tres buques de guerra iraníes así como muchos petroleros desarmados e incluso plataformas petrolíferas enemigas. También fueron utilizados aviones Mirage. En este conflicto se dice que los iraquíes dispararon unos 200 Exocet, con diferentes grados de éxitos, contra todo tipo de embarcaciones. Muchos de ellos no estallaron, e incluso algunos se recuperaron casi intactos.
Sin embargo, los Exocet se hicieron más famosos por su más escaso, pero más preciso, uso por fuerzas argentinas contra unidades navales inglesas en la guerra de las Malvinas.
Argentina había comprado a Francia 14 aviones Super-Étendard y 14 misiles Exocet. Sin embargo, para el momento de la guerra, solamente había recibido 5 de estos misiles, y los franceses no quisieron entregar los restantes. Incluso se dejaron de entregar los AM.39 a Perú, creyéndose que era posible que los entregaran a Argentina.
Con esta pequeña cifra en inventario de este misil tan bueno, se planificaron las acciones para hacerlos valer. La primera operación de ataque tuvo lugar el 4 de mayo y estuvo a cargo de dos aviones Super-Étendard de la Armada Argentina, escoltados por cazas Dagger de la Fuerza Aérea Argentina, y reaprovisionados por aviones KC-130.
Semanas antes, los pilotos argentinos habían comenzado a entrenar con el binomio avión-misil. Utilizando dos destructores argentinos clase 42, se calcularon las curvas de detección de los radares ingleses y la distancia en la cual los misiles antiaéreos podían resultar peligrosos. Reunida esta información, se determinó que, si los aviones volaban muy bajo, los misiles podían llegar a convertirse en indetectables; además los aviones estaban fuera de la zona de peligro de los misiles antiaéreos.
Sin embargo, los buques ingleses habían sido bombardeados por la FAA desde el 1º de mayo, de manera que se mantenían fuera del alcance de estos aviones. La solución fue utilizar tanqueros, para reaprovisionar de combustible tanto a los atacantes como a sus escoltas. Apenas informados de buques enemigos, se lanzó la operación ya planeada.
Volando en total silencio de radio, con malas condiciones meteorológicas, los pilotos de todos los aviones alcanzaron su objetivo. Luego de los repostajes, a la distancia calculada, los Super-Étendard se elevaron por sobre el nivel muy bajo en el que todos estaban volando, para evitar ser detectados. Sus radares iluminaron dos objetivos; uno grande y otro pequeño. Volvieron a la baja cota de aproximación, y finalmente se elevaron por última vez, lanzaron los misiles y dieron la vuelta.
Los sistemas de guía hicieron el resto. Sin embargo, uno de los dos Exocet tuvo un problema mecánico o fue interferido por los sistemas británicos. El segundo impactó en el destructor clase 42 HMS Sheffield. Causando 20 muertos instantáneamente, el misil creó un gran incendio que consumió casi todo el buque. Si bien se dice que la ojiva no detonó, algunos marineros testigos creen que sí lo hizo. De todas formas, el enorme incendio no pudo ser controlado: el misil golpeó el medio del buque, destruyendo el sistema eléctrico e impidiendo así que se activaran los sistemas anti-incendio (también se cree que el misil rompió la línea de agua principal). Convertido en una ruina, el buque fue abandonado por su tripulación y remolcado pero tuvo que ser hundido el 10 de ese mes, convirtiéndose así en el primer buque inglés hundido en acción en casi 40 años.
Después del ataque, aparentemente los ingleses concluyeron que sus naves no estaban preparadas para este tipo de ataques, y que los procedimientos no eran los correctos. Además de que el radar del destructor aparentemente no estaba diseñado para detección de objetos a tan baja altura, la cuestión principal era un fallo en la inteligencia británica. Ésta creía que el ataque con Exocet (misil que, irónicamente, ellos también tenían en servicio) solo era posible a media cota, lo cual le daba al misil mayor alcance. Sin embargo, los pilotos argentinos habían volado muy bajo para evitar la detección y habían disparado el misil mucho más cerca de lo esperado. Según versiones inglesas los misiles fueron lanzados a muy corta distancia (unas 6 millas) cuando se esperaba que este tipo de ataque viniera de las 45 millas. Las versiones argentinas hablan del lanzamiento entre 50 y 35 km del blanco.
También se especula con una interferencia procedente del mismo Sheffield. Los destructores de esta clase llevaron radomos gemelos SCOT, para comunicación por satélite. Desafortunadamente, estos sistemas de alta frecuencia emitían señales en una frecuencia muy cercana a la de los radares de alerta de misiles y de dirección de tiro. Esto hacía que, cuando el buque estaba comunicándose por satélite, muchas veces estos radares se apagaban o sencillamente no podían detectar nada.
Rápidamente los británicos cambiaron su táctica y se volvieron más precavidos. A este ataque seguirían otros, siempre con el mismo procedimiento: dos Super-Étendard con sendos Exocet, lanzando los dos al mismo blanco.
El siguiente fue el 25 de mayo, día en el que las fuerzas argentinas hundieron varias embarcaciones con diferentes métodos. Nuevamente la pareja de aviones con misiles partió y fue reabastecida por aviones KC-130H. A 180 km al nor-nordeste de las Malvinas, detectaron un gran buque rodeado de otros pequeños, en evidente formación defensiva. En este caso, sin embargo, los buques atacados descubrieron rápidamente la maniobra y comenzaron a utilizar las nuevas medidas defensivas: abrieron fuego de cañón y lanzaron numerosos señuelos de radar y perturbadores. Aparentemente, esto desvió los misiles del HMS Ambuscade (el cual había alertado a la flotilla) y de otros buques de la zona. Desafortunadamente para los británicos, había algunos buques que no estaban dentro de esa cortina defensiva. Según se sabe, los dos misiles, desorientados por las ECM, dieron una vuelta y detectaron en sus misiles un nuevo blanco: el portacontenedores Atlantic Conveyor. Se trataba de un buque mercante requisado por las fuerzas inglesas, de 13.000 toneladas, que transportaba equipo pesado y helicópteros para apoyar el desembarco a las islas. Sin ningún equipo de alerta o ECM, al menos uno de los misiles impactó, causando la pérdida total de la carga: varios helicópteros pesados de transporte. Apagado el incendio, la tripulación decidió hundirlo, al ser inútil ya la nave. Solamente se salvó uno de los helicópteros.
Esto demostró algunas cuestiones más sobre el uso del Exocet y de los misiles antibuque en general: no conviene tener buques propios fuera de la sombrilla de defensa del ECM. Irónicamente, en ese momento, este golpe de suerte (y la calidad del Exocet, que como buen misil siguió funcionando incluso siendo confundido por las contramedidas) causó muchos problemas al desembarco, ya que el Atlantic Conveyor llevaba equipo muy necesario para las tropas inglesas en tierra. Esto hizo que muchos marines tuvieran que caminar hacia Puerto Argentino, en lugar de tener helicópteros para hacer más fácil el trayecto.